miércoles, 25 de abril de 2012

Capitulo 8


Ya se estaba haciendo tarde y mañana tenía que levantarme temprano para las clases, imprimí el trabajo del libro y fui a darme una ducha, cuando estaba frente al espejo, desnuda, descubrí en mi brazo y en el contorno del ombligo unos tatuajes, el que tenía en el brazo era una media luna con una estrella en el centro y en el contorno del ombligo tenía unas alas negras, decidí preguntarle a Erik cuando lo viera pero era hora de descansar así que me di una ducha ligera y me fui a la cama. Cuando me levante hice la misma rutina, vestirme, desayunar, fui al instituto y el día paso corriendo, fui al restaurante del padre Daiana y pedí comida para llevar, luego en vez de volver a casa me fui a la cafetería para poder terminar de organizarlo todo y darle una sorpresa a mi tía pero para mi desgracia la sorpresa me la dieron a mí. Estaba ultimando algunas cosas y de repente escuché la puerta, justo cuando me giraba alguien me agarró y me dejó inconsciente pero antes de desmayarme vi el rostro de Christian.
Cuando me desperté estaba tumbada en el suelo de una celda y tenía las manos atadas, intenté quitarme las cuerdas pero era imposible, estaban demasiado fuertes, un rato después, que para mí se hizo una eternidad, llegaron unos hombres diciendo que “su señor” quería verme, me cogieron y me arrastraron hasta su señor, llegamos a una sala muy grande, tenía una alfombra roja que llegaba hasta el final de la sala en la cual había 3 sillas de piedra blanca, en el medio estaba sentado Christian, a su derecha Tristán y a su izquierda una mujer de pelo rubio y ojos plateados, a simple vista parecía un ángel pero tenía un destello oscuro y si estaba allí es que no estaba para hacer amistades. Me obligaron a caminar hasta que llegamos hasta ellos, entonces me empujaron y caí de rodillas ante ellos. Miré a Christian a los ojos, los tenía negros, y emanaba mucha furia, lo cual no me convenía.
-Bien, veo que ya has llegado.
-Es obvio, si no seguiría en la cafetería.
-Baja tus humos gatita-Dijo la mujer.
-Ella es Jenna, un ángel.
-Me da igual quien sea, ¿para qué me han traído aquí?
-Para que nos des la llave, pero seguro que nos dirás que no, así que te vamos a usar como cebo para que tus “amiguitos” vengan a buscarte y poder librarnos de ellos.
-No lograras lo que quieres, tenlo en cuenta.- Los tres empezaron a reírse.
-Niña insolente, deberías tener cuidado o acabarás mal.
-¿Sí? ¿Qué me vas hacer? ¿Matarme?
-No, algo peor, te voy a torturar para divertirme-Dijo con cierta malicia-Lleváosla y no la dejéis sola. Enseguida iré- Otra vez me volvieron a coger y me llevaron a otra celda distinta, aquella tenía unas cadenas que colgaban del techo, uno de los hombres que me agarraba me llevó al centro de la celda y me encadenó las manos con esas cadenas, luego el otro hombre agarró una palanca que había pegada a la pared y empezó a moverla hasta que estuve a unos 3 metros del suelo, uno de ellos se marcho fuera de la celda y se quedó al lado de la puerta y el otro se quedo dentro, vigilándome. Un rato después llegó Christian y el hombre que estaba conmigo se marcho junto al otro, Christian no dijo ni una sola palabra al principio, lo único que hizo fue dar vueltas a mí alrededor observando mi cuerpo.
-¿Se puede saber qué buscas?
-Los tatuajes, a tu edad ya deberías tenerlos, pero no veo ninguno. ¡JENNA!- La llamó y enseguida entró-Busca los tatuajes, estaré fuera- Jenna, se acerco a mí y esperó a que Christian saliera de la celda, una vez fuera cogió un cuchillo que ella llevaba y empezó a rasgarme la ropa en busca de los tatuajes, no tardó mucho.  Cuando los encontró llamó a Christian y cuando él entro, se marchó.
-¿Me puedes explicar que tiene de importante esos tatuajes?
-Muy fácil, son unos símbolos. El que tienes en el brazo representa a los ángeles y el que tienes en el contorno del ombligo a los demonios pero los tuyos son distintos, pensé que serían como los de tus padres pero me equivocaba.
-Seguro que muchos de vosotros tenéis diferentes tatuajes, son insignificantes.
-No, me temo que no. Los demonios tenemos una serpiente rodeándonos el brazo izquierdo y los ángeles una flor de loto blanca en la muñeca derecha.
-Y… ¿por qué los tengo diferentes?
-Es un misterio, solo te puedo decir que el tatuaje de tu ombligo es por parte de tu madre, por el color de las alas y el otro de los ángeles…me gustaría examinarlos.
-Ni se te ocurra tocarme-Dije muy enfadada
-Tranquila, no pienso hacerlo. Pero ahora toca que me des la llave
-¡Jamás!
-Tú lo has querido- Entró Tristán con un látigo. Christian cogió el látigo y se incendió, el látigo no se quemaba, las llamas eran como una parte de él, entonces Christian se acercó a mí y se puso tras de mí, levantó el látigo y me pegó en la espalda, mi camiseta empezó a arder pero Tristán lo apagó, Christian me volvió a pegar pero esta vez la camiseta no se incendió y volvió a pegarme unas 5 veces más.
-¿Nos darás la llave?-Negué con la cabeza-Muy bien- Volvió a levantar el látigo, me pego y se incendió la camiseta pero esta vez no apagaron el fuego.- Empecé a gritar de dolor.
-Por favor, apágalo.
-¿Nos darás la llave?-Volví a negar- Pues entonces no lo apagaré-Sonrío con malicia y se marchó, empecé a gritar de dolor y unos minutos más tarde entró Jenna con algo en las manos y justo en ese momento me desmayé. Volví a despertarme pero esta vez no estaba colgada de las cadenas ni tirada en el suelo, si no en una cama tumbada boca abajo con una toalla mojada sobre los latigazos y las quemaduras de la espalda, sentí a alguien que me quitaba y me ponía la toalla.
-Sera mejor que te quedes tumbada o no podré curarte las heridas-Dijo Jenna.
-¿Por qué me estas ayudando?
-No puedo dejar que te hagan eso, además eres la elegida para la misión, se suponía que eran tus padres pero…ya sabes-Asentí- Así que te ha tocado a ti.
-¿Por qué estas junto a Christian?
-No puedo contártelo, si cumples la primera parte de la misión prometo que te lo contaré y resolveré todas las dudas que tengas entonces, pero por ahora solo puedo curarte las heridas.
-Gracias, Jenna. De verdad. Me gustaría poder salir de aquí.
-Lo harás pero ten paciencia, todavía tienen que venir a por ti.
-¿Cómo lo sabes?- Jenna no contestó, me puso la toalla encima, otra vez y se marchó, me quedé tumbada, estaba muy dolorida y apenas podía moverme pero de repente se iluminó el tatuaje de la luna y la estrella y esa luminosidad empezó a recorrer mi cuerpo, cuando desapareció ya no me dolía nada y solo tenía algunas cicatrices. Me levante e hice un esfuerzo para poder desplegar mis alas pero no funcionó, lo volví a intentar, tampoco, después de un rato intentándolo lo conseguí y entonces escuché ruidos detrás de la puerta, me elevé hasta quedar pegada al techo y entonces la puerta salió disparada, entró un demonio, creía que era uno de los hombres de Christian pero no, era Erik. Cuando me vio me indicó que fuera con él, al salir de la celda vi a mas demonios y ángeles esperándonos, había uno que estaba encapuchado como si no quisiera que lo viera, todos empezaron a volar rápidamente para salir de allí pero se nos interpusieron algunos de los secuaces de Christian, todos empezaron a pelear, Erik le indicó a la persona que estaba encapuchada que me sacara de allí, esa persona me cogió del brazo y me sacó de allí volando, uno de los hombres de Christian nos perseguían pero la persona encapuchada se deshizo rápidamente de él pero luego vino otro y ese era más fuerte,  tardo más en deshacerse de él y justo cuando terminó dejó de ser la persona encapuchada, era Dimitri.
-¿Qué haces tú aquí? ¿Desde cuándo eres…?
-Ahora no es momento de dar explicaciones, no tenías que haberme descubierto-Me cogió de la mano y aceleró el vuelo, salimos de ese sitio y me llevó a la casa abandonada del bosque, aunque por dentro no parecía tan abandonada. Me llevó a un salón, era muy acogedor y no tenía nada más que un par de muebles, 3 sofás, una chimenea, una lámpara y una mesita en el centro. Plegué mis alas y me tumbé en uno de los sofás.
-Tienes algo que explicarme, y ahora no tienes la excusa de que no es el momento.
-Verdad, simplemente que soy un demonio. Mi misión era protegerte sin que supieras quien soy de verdad, pero he fallado.
-No has fallado, sigo aquí, viva pero… ¿por qué no podía saber que eres un demonio?
-Porque soy hijo de Belial, uno de los cuatro príncipes del infierno. Se supone que la nobleza del infierno no puede tener hijos pero los cuatro han tenido por lo menos un hijo.
- Lo siento, pero hasta ahora no sabía quién era Belial.
-Normal, tus padres te han criado aislada de tu naturaleza.
-¿Cómo sabes eso?
-Mi padre era un gran amigo de tu madre, aunque parezca mentira, a los demonios también le hace falta un amigo.
-¿Sabes qué tipo demonio era mi madre?-Justo cuando hice la pregunta entraron Erik y los demás que fueron a salvarme.-Ahora que ya estáis todos, debería irme. Mis tíos estarán preocupados.
-No puedes marcharte, tus tíos no están preocupados, creen que estas en casa de una de tus amigas.-Contestó Erik- Por lo que veo la reunión del domingo se ha adelantado a hoy, ya que estamos todos.
- ¿Entonces ángeles y demonios sois cómplices?
-Sí, hay dos bandos, pero no son ángeles contra demonios si no que algunos están deseosos de poder y quieren conseguir el cofre que abre la llave que tu posees, para tener los poderes que hay dentro y otros, es decir, nosotros, queremos proteger ese cofre para que la persona elegida tenga los poderes y acabe con todo esto.
-¿Y si los otros consiguen los poderes?
-Eso es algo que debemos descubrir, eres mayor de edad ¿verdad?
-Sí, ¿por qué?
- Vas a vivir con nosotros, al menos hasta que todo esto acabe
- ¿Cómo? ¿Vivir con vosotros? No puedo…mis tíos, ¿Qué les diré?
-Dile que quieres independizarte
-Podré seguir viviendo mi vida al menos ¿no?
-Claro, solo que así será más fácil protegerte a ti y a la llave
-¿Me puedo ir ya?
-Sí, trae tus cosas mañana.
-Está bien, adiós-Dije mientras me iba, volví a la cafetería para recoger mis cosas y me marché a casa cuando llegué estaban los tres cenando en la cocina y me uní a ellos, aproveche que estábamos todos para comentar lo de marcharme, mis tíos estaban de acuerdo, ya que era mayor de edad y no tenía porque quedarme pero mi hermano se cabreó.
-Sabes que estamos aquí para lo que necesites. –Dijo mi tío
-Vale, gracias. Voy a hablar con mi hermano- fui a su habitación y me senté en su cama.- ¿Por qué te has enfadado?
-No lo sé, ha sido como un acto reflejo. Puedes hacer lo que quieras pero estoy acostumbrado a tenerte siempre en casa, será algo diferente.
-Solo me voy a unas calles más allá, puedes venir cuando quieras, llamarme, lo que quieras. Sabes que para ti siempre estoy, Nico-Me sonrió y le di un abrazo- Me voy a dormir, he tenido un día muy largo.- Me fui a la cama y me quedé dormida al momento, sonó el despertador, me vestí y me marche al instituto, ese día estaba distraída y no prestaba atención a nada ni a nadie, cuando acabaron las clases me marché a la cafetería y allí me encontré con mi tía.
-Esto ha quedado realmente bien, muchas gracias por haberlo arreglado.
-De nada,  bueno venía a recoger unos apuntes que me dejé ayer aquí, por cierto, voy a empezar a recoger algunas cosas para marcharme.-Asintió, cogí mis apuntes y me marché, camino a casa me encontré con Dimitri pero no le dije nada, así que se limitó a caminar a mi lado en silencio. Llegamos a mi casa.
-¿Te importa que te ayude a llevar las cosas?
-Cómo quieras-Contesté con una sonrisa, bajamos a mi habitación y empezamos a recoger  las cosas, yo metía toda mi ropa en bolsas, ya que no tenía maleta y Dimitri cogió todo lo demás, lo llevamos a la planta de arriba y de repente llegó un coche que paró en frente de casa. Llamaron a la puerta y allí estaba Erik junto a una mujer de pelo negro y ojos azules, iba vestida justo como si fuera a pelear o algo por el estilo.
-Kat, esta es Nagore.
-Encantada, Katherine- Me sonrío y ella y Erik empezaron a meter mis cosas en el coche.- ¿Preparada?- Asentí y los cuatro nos metimos en el coche
-¿Tu también vienes?-Miré a Dimitri
-Siempre he vivido ahí-No respondí, el viaje se hizo en silencio, unos 10 minutos después llegamos a la casa. Cogimos mis cosas y la llevamos a una habitación que había en la última planta, al ático, ya que no había más sitios disponibles.
-Que acogedor…-Comenté- Bueno, al menos tiene cama y una ventana.- Erik y Nagore se marcharon pero Dimitri se quedó.
-¿Estás bien?-Asentí- Cuando fuimos a por ti, tenías cicatrices en la espalda ¿qué sucedió?
- Me lastimaron eso es todo-Antes de que Dimitri dijera nada más Erik entró en la habitación.
-Dimitri, tenemos que irnos.-Dimitri asintió y los dos se marcharon, me quedé tirada en el suelo pensando pero mis pensamientos fueron interrumpidos por Ania, la hermana pequeña de Dimitri.
-¿Puedo pasar?-Asentí- ¿Cómo van tus heridas?
-¿Cómo sabes lo de mi heridas? Tú no estabas allí…
- No estaba pero si cuando llegasteis aquí, estaba en las escaleras cuando Dimitri y tu entrasteis en el salón
-Una pregunta, ¿de quién es la casa en la que estabais el otro día?
-Esa casa estaba en venta, y como nadie la habitaba era perfecta para cuando quisieras visitarnos pero en realidad vivimos aquí desde que yo nací.
-¿Cómo sabíais cuando iba a vuestra casa? ¿Desde qué naciste? ¿Entonces por que no
fue Dimitri antes al instituto?
-Presiento cuando alguien quiere algo de uno de los dos, así que cuando le decidiste fuimos a esa casa y mi hermano siempre ha estudiado en casa.
-Vale, ¿habías venido por algo en especial?
-Sí, perdona. Abajo hay alguien que quiere verte.
-Está bien, gracias-Dije mientras Ania salía de la habitación, me levante del suelo y me dirigí a la planta de abajo, había un hombre esperándome, su rostro no me era conocido y además iba con una capa que impedía que viera la mitad de su cara. -¿Quién me busca?
-Hola, Katherine. Vengo de parte de Jenna. Quiere que mañana a media noche os reunáis en su casa.
-¿Dónde está su casa?
-Subiendo una cuesta que hay detrás de esta casa, al final del todo. La única casa que hay-Asentí y el hombre desapareció, fui a ver que hacían los demás pero no había nadie en la casa excepto Ania.
-¿Dónde están los demás?-Pregunté mientras entraba en el salón.
-Han ido a hablar con los arcángeles.
-¿Con los arcángeles? ¿Para qué?
-Eso ya no lo sé, me voy que tengo clases-Me guiño un ojo y se marchó, por primera vez me quedé sola en esa casa tan grande, me quedé sentada en el sofá pensando en lo que estaba ocurriendo y todo eso, un rato después me quedé dormida. Noté a alguien zarandeándome, me desperté y vi a Nagore.
- Por fin, venía decirte que la cena esta lista-Me levante y la seguí hasta la cocina, estaban todos sentados, en total éramos unas 27 personas incluyéndome a mí, me senté en el único sitio que quedaba libre y todos comenzamos a comer, todo el mundo se fue excepto Nagore que se quedó a recoger la mesa, yo me quedé con ella.-No hace falta que me ayudes, estoy acostumbrada-Ignoré sus palabras y recogí la mesa con ella, después nos fuimos al salón con los demás, estaban todos, no faltaba nadie.
-Katherine, ¿Quieres saber quién era tu madre?-Asentí-Ven siéntate-Erik me hizo un sitio a su lado y me senté- Primero yo soy el hermano menor de tu madre, Zagam.
-¿Pero ese no era un hombre?
-Las leyendas no siempre son ciertas, además era más fácil si era hombre porque hace años las mujeres eran un cero a la izquierda pero eso da igual ahora, tu madre fue una mujer muy respetada, ya que era la reina y presidente del infierno, inferior a Lucifer y Satanás pero un rango muy importante.-Me quedé con la boca abierta.
-¿Estás diciendo que mi madre era reina del infierno?-Erik asintió y yo me quedé con la cara de poker face.
-Sigo si no te importa-Asentí y le deje seguir- Tu padre es uno de los siete arcángeles, es Miguel, es el Jefe del Ejército de los ángeles.
-Es decir, que tengo padres muy importantes.
-Exacto, pero eso no es todo.
-Deberías morir por ser una de las hijas prohibidas pero tranquila que no te mataremos y, por tener a tus padres en un rango tan alto tienes la llave del cofre y la elegida para abrirlo y proteger la llave y los poderes.
-¿Hija prohibida? Proteger los poderes ¿yo? Pero si ya me es difícil proteger la llave.
-Hija de un arcángel y un demonio de alto rango, una vez que tengas los poderes en tu interior nadie te los podrás quitar peor protegerlos me refiero a que no caigas en la tentación.
-¿Qué tentación?
-No lo sabemos, no tenemos esos poderes. Ya basta de preguntas, por ahora estas son suficientes para seguir. Ahora he de ir…
-Un momento-Lo interrumpí- ¿De verdad que tu eres mi tío?-Asintió- ¿Mi madre te encargó algo?
-Sí, cuidarte y evitar que te maten. Esa es la misión de algunos de esta sala.
-¿De quienes?
-De Nagore, Ania, Dimitri y mía.
-¿Ania? Pero si es una niña pequeña
-La subestimas, por eso es perfecta para proteger a cualquier persona. Nadie sabe lo que esconde esa niña, ni si quiere nosotros.
-Vale, ¿y si me matan que pasa con la llave?
-Pasa a manos de tu hermano y tu antes de que mueras elegirías a las personas para que lo protejan, como tu madre hizo con nosotros.
-Prefiero no morir y dejar a mi hermano de un lado de esto y, ¿mi padre mandó algo?
-También, pero aún no ha llegado el momento de que lo sepas-Asentí-Bueno, Dimitri, Katherine y Ania marchaos a dormir, mañana tenéis clase- Los tres nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones, llegué a mi habitación, me tiré en la cama y me quedé totalmente dormida.